"Cuando uno muere, se debe a que se ha llegado a un punto en que su el karma ha llegado a ser insuperable en su actual cuerpo. No es posible entenderlo. Tuvo que venir cuando vino y no hay ciertamente que asumir responsabilidad o culpa. El curso de la acción es insondable. Sin embargo, para aquellos que están en una rápida senda de la evolución, la transición es puramente evolutiva. Van a los reinos celestiales o renacen casi de inmediato.
Cuando la vida deja el cuerpo, es la respiración la que sale, como el trascender. Para uno que ha estado acostumbrado a esta experiencia por muchos años, la transición es indolora, facil y bienaventurada, no catastrófica. Dejar el cuerpo es como la partida de un ave desde su nido.
La pena es natural. Al principio, cuando la pena es profunda y aguda, esas emociones de la familia y amigos, permiten a las almas sentir que ellas fueron amadas muy profundamente. Es tambien natural que la pena debería cesar, permitiendo al alma sentir que su muerte no fue un lastre para la vida de la gente que quiere, y que ellos están libres para moverse según su destino. Es importante sentir positivamente y apoyar al alma que partió dondequiera que pueda estar, puesto que nuestra actitud afecta su evolución.
Cuando una persona es un Sidha en su tiempo de dejar el cuerpo, ese momento es mucho más fácil. Uno desborda en bienaventuranza cuando deja de pensar.
La mente se derrama en la conciencia y toma el hábito de trascender. Esto es lo que transforma la experiencia en conciencia ilimitada y la mente no vuelve a lo relativo.
De hecho no es una cosa terrible. Es realmente una ocasión santa. Aceptamos la voluntad de Dios y nos sometemos a ella. Cuando la muerte viene simplemente nos sumergimos a través como cuando una ola llega a la playa."